Abrumado por tanta responsabilidad, el animal había huido de mi interior, me sentía con nauseas, un hedor recorría todo mi ser y me veía sucio. Mí Yo ininteligible y egocéntrico, se escondía en cada poro de mi piel y Él; siempre, reaparecía en mi retina. El animal no había huido de mi interior, seguía dentro, era..... Lo imborrable del Todo Infinito de la codicia humana.
Al final, cerré los ojos y pude ver aquello que nunca debí dejar de ver. Mi propia y mísera irresponsabilidad animal, que iba cercenando mi existir. Entonces, me di cuenta de mi error y lloré.
jueves, 26 de junio de 2008
EL ANIMAL QUE HABITA EN MI INTERIOR
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