Siempre desandando caminos, desatando nudos, corrigiendo muecas, fingiendo al fin y al cabo. Así pasan los días de mucha gente que nos rodea, que nos parecen "normales" que nos hacen creer que son apropiados para ser nuestros "amigos" y no es así, no son nada de lo que dicen o aparentan, son solamente individuos/as que pasan por nuestra vida sin dejar huella, sin desatar esos nudos que dicen que desatan o esos caminos que nunca han recorrido o esas caras extrañas cuando les hablas de la justicia social.
Y pasan los años y te topas con muchos de ellos, pero hay otros que se quedan alojados en nuestros corazones y permanecen durante toda la vida, aunque no te veas en largo tiempo.
Entonces es cuando te sientas y piensas que hay que esperar a muchos amigos "normales" para ver llegar al que se acerca y nos dice: Seguro que hoy te puedo ayudar, ayer en la fiesta estabas rodeado de tantos amigos "normales", que preferí esperar a estar junto a ti en estos momentos, donde nadie ríe, nadie te pasa la mano por el hombro, nadie busca algo de ti. Es en estos momentos cuando la tristeza nos embriaga, cuando necesitamos a ese amigo que se nos pega para siempre al corazón.