jueves, 24 de junio de 2010

SENDEROS



Se pierde la vista entre la espesa bruma de los rincones olvidados, acallando voces que siguen pidiendo mi presencia, esa que no se puede entregar aunque se desee. Se revuelve entre los vientos de la linea que cruza, lo acertado y lo erróneo, una fina recta, que es fácil cruzar, pero difícil volver a encontrar.
El sendero que lleva al final del camino, envuelto de piedras cubiertas por musgo, del frío viento del norte, protege su verdor, me confunde y hace que mis pisadas se borren, acallando las voces que me entretienen y que salen del fondo del bosque de las almas perdidas.
Se silencian mientras camino. Al parar. Vuelven a repetir su lamento una y otra vez. Es el lamento de la agonía.
Un pequeño arroyo parte la trocha en dos. Es clara y limpia. Me miró en ella y no veo ningún rostro, tal vez lo perdí en el angosto paso por el cruce del sendero con mi esperanza. Continuo. Me detengo. Descanso.
Al final no sé dónde estoy y no me preocupa, me preocupa más saber dónde voy. Me levanto y vuelvo a caminar.

miércoles, 23 de junio de 2010

PASOS SOBRE LA LLUVIA


Se me han perdido los pasos por los charcos de las aceras. Hoy ha llovido.
Deambulando por los escaparates de la vida, he comprado un corazón nuevo, estaba de oferta. Muy barato.
He tenido que retroceder algunos metros para encontrar los pasos perdidos, hasta encontrarlos junto a un mendigo. Se los he dejado.
Me cruce con muchas caras sin cuerpo, inanimadas, perdidas en el tráfico peatonal del centro de Madrid. Me he mezclado con ellos.
Abrí mi pequeño libro de notas y apunte. Hoy no has venido pequeña musa. Una vez más te has ido con mis palabras.
Nunca pensé que Madrid albergará tanta gente distinta. Bendita Madrid, amiga de todos. Hermana de pocos.
Un kiosco de periódicos y revista, parte en dos la travesía de mis pasos, más adelante, un cine o un teatro y al final un pequeño retozo verde con una fuente en medio. Poco verde, mucho asfalto.
Se va el sol y todo cambia. Cambia el decorado de la calle y con él, la gente. Hay personas engalanadas, personas pidiendo, personas robando, personas de uniforme, personas de otras culturas, personas que lo son, personas que nunca lo serán. Y mi musa sin aparecer. No puedo escribir, se me agarrotan los dedos.
Bella y horrible Gran Vía, que hoy ha encendido sus neones para que viera cómo recojo mis letras de los charcos que forman la lluvia. Hoy ha llovido.
Y te quedas casi vacía, como yo, pero la diferencia es que a todas horas tendrás la compañía que pisa tus fieles charcos en un día de lluvia. Te engalanas de miradas.
Buenas noches, gran calle y centenaría Gran Via. me voy a dormir. Sigue despertando a todos.

LO IMBORRABLE

LO IMBORRABLE
Nada hay pequeño