Desconcierto de compases reflejados en el lago de nuestra vida, tirados muchas veces por la borda del desconsuelo o simplemente, depositados en alguna repisa ajena a nuestros pasos; así son los instantes que pesan en el alma.
Algunas veces he intentado volver a mirar al espejo de lo que nos queda y no he encontrado nada, sólo la sombra del devenir de las voces calladas, de los nombres, sin nombres, de la las noches sin luna; y eso es, solamente el principio, mañana puede que nunca amanezca.
Brisas descoyuntadas al alba del principio del día, heridas sin sangre y sombras, sin personajes que hacen que el frío se inserte en el cuerpo abatido, en los huesos sin carne, en los rincones perdidos, en las alcobas sin camas.